Via: Museu Nacional d’art de Catalunya

Revisar a fondo la trayectoria de Ismael Smith Marí (Barcelona, 1886 – White Plains, Nueva York, 1972) era una de las tareas pendientes de la historia del arte catalán. Smith fue famoso durante los primeros años de su carrera, pero en 1919 se fue a vivir a los Estados Unidos y entonces empezó el proceso de su olvido. Allí no se pudo integrar como aspiraba y fue dejando la práctica del arte para dedicarse al estudio de la cura del cáncer, de una forma naíf y obsesiva. Finalmente, en 1960 acabó internado, contra su voluntad, en el sanatorio psiquiátrico de Bloomingdale, a las afueras de Nueva York. En Cataluña no fue un artista olvidado del todo, pero se le mantuvo acotado en el terreno de la ilustración satírica y el bibelot. Esto vendría dado por su producción transgresora, siempre al límite, en el mundo de orden del novecentismo en el que estaba inmerso.

La deformación de carácter grotesco o expresionista de la escultura, la ambigüedad sexual de las figuras masculinas y femeninas de los dibujos, o las escenas esperpénticas de los grabados no podían encajar en el plácido mediterranismo que se estaba imponiendo como única salida al modernismo. Era una obra inquietante y variada, que fue quedando relegada del discurso oficial hasta llegar al desclasamiento o el menosprecio. Su figura no se empezó a revisar hasta después de su muerte, gracias a los esfuerzos de algunos de sus admiradores más fieles.

La exposición se divide en cinco ámbitos: el personaje, el dibujante, el escultor, el grabador y el trágico final del artista.

Catálogo de la exposición